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Luis Aguilé. |
La vieja canción del argentino radicado en España, Luis Aguilé, - cuando salí de Cuba - se convirtió con los años en un himno para aquellos emigrantes españoles que fueron a la isla hicieron negocios y echaron raíces, y que luego, obligado por las circunstancias, tuvieron que retornaron a su tierra u otras bastante cerca.
Lo que no dice Aguilé en su canción, que no entendemos como se le olvidó, porque él - precisamente - fue uno de los que tuvo que "salir echando" de Cuba con una mano delante y otra detrás, pateado por su paisano Guevara por cierto, y que como tantos otros españoles que dejaron todo en Cuba y sin darle a cambio ni las gracias.
No solo bienes, también dejaron parte de sus familias en muchos casos, las que a su vez procrearon otras que aun viven y que quedaron allí, o lograron escapar gracias a un ancestro, y que llegado el momento podrían convertirse en un dolor de cabeza para esos que, amparados en el poder de su revolución, se quedaron con lo que no era de ellos. Otros, en cambio, se conformaron con unas migajas que les dio el régimen pensando en eso de... "del lobo un pelo".
Fue un convenio bilateral que firmaron en 1986 bajo el gobierno de Adolfo Suárez, que establecía que Cuba le pagaría a España la ridícula cantidad de 32 millones y medio de euros (Entonces 5.416 millones de pesetas) como liquidación y finiquito de la indemnización por todos los bienes, derechos, acciones e intereses de las personas naturales y jurídicas de esa nacionalidad, que habían sido perjudicados por la confiscación del régimen castrista sin derecho a indemnización.
Centro Gallego de la Habana. |
De hecho era una cantidad tan ridícula, que apenas cubría el 20% del valor real de esos bienes. Por ese motivo otro grupo de propietarios decidieron no someterse a "esta jugada", y que hasta el 2019 se estimaba en 400 familias que seguían aspirando a lo que consideraban justo. En este caso se basaron en otro convenio firmado entre 2003 y 2004, que les garantizaba que los derechos declamatorios no se extinguirían, a pesar de las migajas antes mencionadas, y pensando siempre en la llegada de un gobierno democrático a la isla.
No se trataba de que asturianos, gallegos, canarios, andaluces o vascos, entre otros, viajarían a Cuba a quitarle nada a nadie, se habló de recibir lo que les pertenecía, y que de eso tendría que hacerse responsable alguien. Solo un dato: Se calcula que las mil familias de españoles que regresaron a su tierra a partir del año 1960, dejaron en la isla un patrimonio que supera los 300 millones de dólares de esa época, unos 3 mil millones hoy.
La junta intervencionista Castrista le puso - no sabemos si para congraciarse - "Teatro García Lorca", cuando no hay nada más lejos de un gallego que de un granadino que no sea la bandera española claro. Es que ni eso, porque luego lo rebautizaron como un complejo cultural lleno de salas, que le entregaron en bandeja a la bailarina Alicia Alonso con el nombre de "Gran Teatro de la Habana".
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Quinta Canaria de la Habana. |
Y si a todo eso le sumamos una historia parecida con el centro Asturiano, reconvertido en el "centro de amistad Cubano Española", la Quinta Covadonga en la Calzada del Cerro, renombrado como "Salvador Allende", o la Quinta Canaria, "Nuestra señora de Candelaria", que fue tasada en 1920 en 130 mil pesos, (2 308,721 millones hoy) en la carretera de Bejucal en San Miguel del Padrón, y después de la expropiación en la sede del "Hospital Psiquiátrico 27 de noviembre", ¿con que se sienta la cucaracha?.
A propósito, hemos leído por ahí que el espía encarcelado en Miami, el tal Manuel Rocha, que entre todos sus servicios prestados a la dictadura estuvo - supuestamente - la compra de algunos de estos bienes con la intención de obstaculizar cualquier tipo de reclamación futura entre Cuba y Estados Unidos. ¿A nombre de quien lo hizo?. Ay amigo, eso sería otra de las cosas por las que debería responder este individuo.
Maldita Hemeroteca