En la esquina de Infanta y la Calzada del Cerro estuvo ubicada la antigua "Quinta de San Jacinto“, construcción que llevó el sello de casa señorial. Hoy no existe esta Quinta, en su lugar se edificó lo que se conoce como el "Veinte plantas de la Esquina de Tejas", unas torres horribles y en pésimo estado arquitectónico, que en su momento fueron edificadas como viviendas de artistas, periodistas, deportistas y dirigentes del régimen castrista.
Esta gran residencia, según describió el escritor Samuel Hazard en su libro "Cuba a pluma y lápiz", fue construida por el conde de Villanueva.
Allí residió durante más de treinta años, la familia del abogado José Lorenzo Buenaventura Güell y Renté, gran defensor de la abolición de los esclavos en Cuba en las cortes españolas. Este señor contrajo matrimonio con la señora Serafina Alfonso Poey y tuvieron por hijos a Florinda, Mercedes, Serafina, Paulina, Gonzalo, Joaquín, Pablo y Ricardo, nacidos todos en esta casa. El famoso naturalista cubano don Felipe Poey, ya enfermo y achacoso, vivió allí siete años junto a sus sobrinas, la hijas del matrimonio Güell-Alfonso Poey.
Allí vivió hasta el año 1891, un año antes de morir, pues al contraer matrimonio su hijo Andrés se lo llevó a su lado. Esa casa perteneció a la habanera Mercedes González Larrinaga, hermana de don Jacinto, quien se fue a residir a España en compañía de sus hijos. En cuanto al doctor Güell, más que un excelente abogado, cultivaba con éxito la poesía. Estuvo en La Habana y colocó el 23 enero 1884 la primera piedra para el edificio de la nueva Universidad que el Gobierno de España pensaba construir en un terreno cercano al actual Palacio Presidencial, y donde se encontraba situado el edificio de los Foros Municipales.
Escribió varios libros interesantes sobre leyes y tradiciones, como el relacionado con unos asesinos españoles que, haciéndose pasar pacíficos frailes y viviendo modestamente en una casa que estaba situada muy cerca donde después se edificó el hotel Miramar, en Prado y San Lázaro, por las noches se dedicaban a confeccionar butifarras que hacían con carne humana y que luego vendían por toda la ciudad, originando este hecho uno de los procesos criminales más sensacionales que se han instruido en Cuba.
Maldita Hemeroteca
Fuente: Condensado del Diario de la Marina. Febrero 14 de 1946