La presencia de la emigración Aragonesa en Cuba, que data desde el siglo XVIII, no fue tan abundante como otras. De hecho, y según datos del consulado de la Habana, desde el 1900 hasta el 1940 llegaron a Cuba apenas 1390 Aragoneses.
Sin embargo uno de los restaurantes más conocidos, importantes y antiguo de la capital cubana, fue fundado por un maño. Nos referimos a "La Zaragozana", instalación que abrió sus puertas allá por el 1830, así que vaya sacando cuentas para que vea. Estuvo situado en el numero 75 de la antigua calle Monserrate en la Habana.
Excepto el famoso "Floridita" que data de 1817 y que fuera inaugurado entonces como "La Piña de Plata" entre las calles Obispo y Monserrate, no creo que haya otro tan antiguo como este en la capital cubana. La Zaragozana fue un referente de la gastronomía española en Cuba. Allí estuvo de visita el poeta granadino Federico Lorca, durante la visita que efectuó a la Habana en 1930.
A pesar de la poca representación que tuvo esta comunidad autónoma en Cuba, hay que destacar que los muertos que dejó en suelo cubano durante la guerra fueron más de 4 mil, y según datos publicados por el "Heraldo" de esa ciudad, 1.231 de ellos habían llegado de la provincia de Huesca, 1.193 de Teruel y 1.689 de Zaragoza capital. Sin embargo en combate fallecieron apenas 257, mientras que el resto, 3.755, de enfermedad y 1.765 de fiebre amarilla específicamente.
Con las restrictivas leyes migratorias dictadas por los gobiernos republicanos de los doctores Federico Laredo Brú en 1936 primero, y luego Ramón Grau San Martín en 1944, la emigración Aragonesa, sobre todo la procedente de Zaragoza, Teruel, Huesca, Castellote o Barbastro, comenzó a palidecer. Aun así, y como tantas otras regiones, los Aragoneses tuvieron en la Habana su Sociedad de Beneficencia fundada desde 1923, y que actualmente cuenta con 300 asociados, casi todos descendientes, y con sede en el No 162 de la calle Galiano en la Habana.
Hay que decir que la Zaragozana tampoco se llamó así cuando abrió sus puertas por primera vez, si no "Fonda Muralla", muy modesta, y no adoptó ese nombre hasta que en 1930 fue adquirido por el emigrante maño José Currais. Por otro lado otra maña, la señora Ana López, adquirió la antigua residencia “Villa Miramar”, situada entre las calles Calzada y 20, junto al Torreón de La Chorrera, en la desembocadura del río Almendares e inauguró allí el no menos famoso restaurante "1830".
Este inmueble había sido la residencia del ilustre secretario de gobernación del presidente Gerardo Machado y Morales, el doctor Carlos Miguel Tranquilino de Céspedes Ortiz y Coffigny. La Zaragozana fue célebre por el caldo gallego que cocinaban, e incluso servían una excelente fabada Asturiana, que para un clima húmedo y caluroso como el cubano, serían como dos bombas de fragmentación en el estómago del comensal. No tenemos ni idea de que ha sido de este histórico restaurante que, como tantos otros, perdieron todo su glamour con la llegada al poder de los recalcitrantes barbudos de Fidel Castro.
Como se trata de un nombre conocido, les diremos que este abogado Carlos Miguel de Céspedes Ortiz y Coffigny, era primo segundo del llamado Padre de la patria Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, era hijo de un primo de este que había emigrado desde Bayamo hacia Matanzas. Allí se casó con su prima, la cardenense Elsa Ortiz y Coffigny, que pertenecía a una de las familias más ricas de Matanzas.
Como hombre extremadamente rico y miembro de la alta sociedad burguesa que era, el doctor Tranquilino Céspedes presidió el Unión Club y después ocupó su presidencia de honor, fue miembro destacado del "Havana Yatch Club", del "Vedado Tennis Club", del "Club Miramar" y del "Country Club". Además era miembro, fundador y decano, del Colegio de Abogados de La Habana y ostentaba el Colegiado de Honor.
Murió en su residencia “Villa Miramar”, el 8 de junio de 1955. La despedida de su sepelio estuvo a cargo de el doctor Rafael Guas Inclán, vicepresidente de la República, en nombre de la familia, del Colegio de Abogados de La Habana y del Partido Liberal, según reza una esquela aparecida en el diario de la marina con fecha ocho de junio de 1955, publicada a raíz de su muerte.
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