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La primera bandera Cubana que trajo Narciso desde Estados Unidos. |
Si mañana veinte de mayo será un día importante para los Cubanos, hoy lo es igualmente, porque el 19 de mayo de 1850, dieciocho años antes que se diera el grito de Yara, el venezolano Narciso López desembarcaba en Cuba, tomaba momentáneamente la ciudad de Cárdenas, y ocurría un hecho trascendental para nuestra historia, era izada por primera vez en la isla la que se convertiría en la bandera oficial de Cuba.
Días antes, el trece, Narciso López, al mando de 600 hombres y a bordo del barco Creole, zarpaba del muelle Levee en New Orleans, y en la madrugada del domingo 19 de mayo penetraban por el muelle de Lucas Muro, en el puerto de Cárdenas, con el objetivo de derrocar al gobierno Español. Esos memorables sucesos colocaron a esta ciudad dentro del grupo reducido de poblaciones que tienen en nuestra isla un vínculo directo con los símbolos patrios que forjarían nuestra nacionalidad cubana.
El embarcadero se encontraba situado donde la firma “José Arechabala, S. A.” construyó en la década de 1940. una casa social y de descanso para sus trabajadores. Muchos años después se situó allí el cabaret “El Litoral” y luego la “Casa del Marino”, edificación hoy desaparecida junto con el esplendor que en otro tiempo tuvo el malecón cardenense.
Una vez formados en dicho atracadero, bordearon la poceta de Muro hasta alcanzar la intersección de las calles Ruiz y Héctor.
Aquí el coronel Pickett, uno de los jefes de la expedición, con unos cuantos soldados del regimiento de Kentucky, se separó y se dirigió a la estación de trenes para tomarla, lo que pudo lograr con pocos esfuerzos, ya que el coronel Florencio Cerutti, entonces gobernador de Cárdenas, poco pudo hacer con la poca fuerza de que contaba debido a una fortísima epidemia de Cólera que por esos días asolaba la ciudad.
Fue en New York donde Miguel de Teurbe Tolón y Cirilo Villaverde dieron rienda suelta a la idea de la bandera, mientras que el rescatista, Juan Manuel Macías, participó, tanto en los colores como en el diseño.
Situados en la calle de Ruiz, el resto de los hombres siguió hasta la calle de Pinillos y por ésta hacia la de Real, hoy Avenida de Céspedes, por donde avanzaron hasta detenerse en la esquina de Real y Aranguren, frente al cuartel y cárcel del pueblo, donde hoy radican el correo central y la logia “Cárdenas”. Se intercambiaron algunos disparos con los soldados españoles que se encontraban allí hasta ser tomada la instalación.
Nuestra bandera fue desplegada primero en el muelle en la bahía cardenense, luego fue paseada por las calles por donde avanzaron sus tropas y, un poco más tarde, colocada en el centro de la plaza, justo frente a la puerta principal del templo parroquial, que hacía apenas cuatro años había sido inaugurado con aires de dominio y soberanía. Precisamente en los altos del principal edificio gubernamental que se hiciera mucho más famoso tras instalarse en sus predios el hotel y restaurante La Dominica.
Horas más tarde de la rendición, López volvió a la casa de gobierno para tomar el dinero que había. Hizo lo mismo con lo situado en la Administración de Rentas Reales, sumando todo $6,624.75. En ambos lugares extendió un recibo a los funcionarios correspondientes para que no quedara en entredicho la honestidad de nadie. Se supone que el general López desembarca en Cárdenas con la idea de tomarla, reaprovisionarse y partir hacia la ciudad de Matanzas, donde se suponía con un mayor número de partidarios.
Allí intentaría cortar las comunicaciones entre La Habana y el resto centro oriental de la isla, la que sublevaría contra el Capitán General. Tanto fue así, que apenas desembarcó, el cargamento del Creole fue descargado y llevado hacia la estación de trenes. Mientras esto sucedía, fuertes columnas españolas comenzaban a entrar por la calle Real de Isabel II de refuerzo, obligando finalmente a las fueras de Narciso a replegarse hacia el vapor anclado en la bahía.
En 1868, en un claro intento de alguien de sustituirla por una copia - casi al calco - de la bandera de Texas, nuestra enseña se mantuvo como la preferida por los representantes de la República en Armas en la Asamblea de Guáimaro en 1869, quedando la otra replegada solo a presidir las sesiones de esa asamblea.
Incluso ahí, en retirada, nuestra enseña siguió ondeando de la mano de Juan Manuel Macías, uno de los tripulantes. Esa bandera fue rescatada y llevada hacia los Estados Unidos, y posteriormente fue utilizada para cubrir el féretro de Francisco Vicente Aguilera, cuando fue velado en la Casa Consistorial de Nueva York. En 1918 la hija del abanderado Macías, Alicia Macías Brown, donó la bandera al mayor general Mario García Menocal y Deop, el entonces presidente de la República.
Menocal la obsequió a su vez a Manuel Sanguily y este, en 1954, se la dio a su hijo, el doctor Manuel Sanguily Aristi, quien la donó al Senado de la República. Con los años pasó a la sala de las banderas del museo de la ciudad de La Habana, en el antiguo palacio de los Capitanes Generales, en un acto donde estuvo el hijo de Alicia y nieto de Juan Manuel, el señor Enrique Antonio Touceda, dando cumplimiento a los deseos de su abuelo de retornar la bandera al pueblo de Cubano.
Maldita Hemeroteca