Mucho se ha hablado de la presencia en Cuba del padre del finado dictador Fidel Castro. Se ha dicho que fuer un integrante del ejercito colonial español en el siglo XIX, lo cual lo aseguró su propio hijo en una ocasión, y que había repetido su viaje un tiempo después.
El gallego Ángel Castro Argiz había nacido en 1875 en una remota aldea llamada Láncara, en la provincia de Lugo, en Galicia, y viajó a Cuba por segunda vez luego de una primera en que había sido destinado como soldado en la región de la Habana, durante la guerra del 1895. Fue el segundo de los seis hijos que tuvo el matrimonio de Manuel Castro Núñez y Antonia Argiz Fernández, quien murió cuando él era todavía un niño.
A los 17 años se alistó en el ejército; y al contrario de otros que lo evadían por su posición económica, él aceptó una fortísima suma de dinero para reemplazar a uno de aquellos enchufados de Madrid. Recordemos que en España existía una ley que por una suma de dos mil pesetas, mucho dinero para la época, cualquier joven se libraba legalmente de tener que ir a filas. Un dato: Entre 1911 y 1921 más de 358.000 españoles emigraron a Cuba por diversos motivos, más del 90% económicos.
La periodista Cubana Katiuska Blanco Castiñeira, a quien le dio por investigar la historia de esta familia, escribió un libro titulado "Fidel Castro guerrillero del tiempo" donde relata la historia de la repatriación del viejo Ángel y su posterior regreso, en cambio dijo que su nombre no aparecía en el archivo nacional de los ingresados al territorio nacional entre 1900 y 1912, ni siquiera en los libros de pasajeros que habían desembarcado en la Habana.
En cuanto a la historia de que Ángel Castro llegó a Cuba siendo miembro del ejercito español, nos saltó la curiosidad por saber donde fue destinado, en que ejercito, y al mando de quien estuvo este señor. No fue fácil saberlo, ya que no encontramos archivos en internet con esos nombres, tenemos los del ejercito cubano del general Carlos Roloff pero no el español, tampoco en los archivos históricos de la prensa gallega que han sido publicados.
No obstante en un libro del escritor camagüeyano Carlos Márquez Sterling, sobrino del eminente político Manuel Márquez Sterling y Loret de Mola, titulado: «Historia de Cuba», se revela que Ángel Castro formó parte de la columna que dirigía el comandante Francisco Cirujeda y que intervino en el combate donde murió el general cubano Antonio Maceo y Grajales en Punta Brava, la Habana. Se conoce que una columna al mando de Cirujeda fue la que le dio muerte en esa localidad, pero que el gallego Castro fue uno de aquellos soldados no fue así necesariamente.
Y aunque haya falta de documentación sobre los integrantes de esa columna, al ser confirmada esta historia por la prensa española exonera al señor Ángel Castro Argiz de esa responsabilidad, al menos de forma directa. Agregar además, que a menos de que se tratara de una acción heroica, los nombres de los soldados no solían salir publicados en las noticias.
En este caso Ángel ya había sido repatriado después de finalizada la guerra, pero decidió regresar a la isla en busca de una vida mejor. Que junto con su entonces esposa, doña María Luisa Argota, compró una extensión de tierra en la zona de Birán, muy baratas entonces, y con el tiempo se convirtieron en prósperos terratenientes. Más tarde tuvo una relación con la cocinera de finca, la joven Lina Ruz González, con la que tuvo siete de sus nueve hijos entre ellos Fidel y Raúl.
Pero vayamos al lío...
Que había buscado entre los que habían llegado seis meses antes de finalizar el 1899, y tampoco. Agregó además, que por fortuna encontró en Cueto, una localidad donde vivía este señor en Holguín, una declaración jurada donde daba fe de que había llegado a Cuba la noche del 3 al 4 de diciembre de 1899, en una travesía en el vapor "Mavane", perteneciente a una compañía Trasatlántica Francesa. Esto parece ser cierto, toda vez que se trata de una historia que aparece reflejada también en el libro «Fidel el desleal», del periodista francés Serge Raffy.
En el extenso libro del general Valeriano Weyler "Mi mando en Cuba", apunta que por indicaciones de Cirujeda los prácticos tomaron el rumbo del "callejón de San Pedro", en dirección a Punta Brava, con una vanguardia de 90 jinetes y seguida de 365 soldados de infantería del batallón de San Quintín, mientras que la retaguardia la cubrían 24 jinetes al mando del teniente Pedro Ruiz de Aranda, jefe de la guerrilla de esa localidad Habanera.
A esa guerrilla, conocida como la "Peral", se le unieron 24 efectivos de la "Guerrilla de Punta Brava" que pensaban poner rumbo a "La Matilde", en Artemisa. Cuando se desataron los hechos, uno de esos guerrilleros, el soldado Leonés (De León en España) Victorino Campos Hernández, fue quien le causa la muerte al lugarteniente general y a su ayudante Francisco Gómez Toro.
Ese fue un secreto que se mantuvo oculto por mucho tiempo, pues resulta que al contárselo al comandante Cirujeda, este le ordenó hacer silencio. Y así se mantuvo por medio siglo. Es bueno señalar que, según su relato, ni él mismo supo que había sido Maceo hasta pasado unos días. Según sus declaraciones solo necesitó hacer dos disparos, pero que hicieron añicos la ilusión libertaria de aquellos cubanos.
No solo a Maceo, Victorino también liquidó después a su ayudante Panchito Gómez Toro, hijo del generalísimo Máximo Gómez, mientras se encontraba parapetado detrás de su caballo muerto. Quien destapó este bombazo fue el periodista Ramón Vasconcelos Mariaglano, en réplica a un artículo publicado el 20 de mayo de 1916 en el periódico “La prensa”, y bajo el título de “Flores de trapo”, donde se dejaba entrever que Maceo había caído a mano de los "traidores cubanos".
No explica como Vasconcelos se las ingenió para arrancarle la confesión a este soldado. Luego, en las memorias del general catalán José Miró Argenter, jefe de estado mayor de Maceo y su escritor personal, supo de boca del medico Máximo Zertucha que Maceo se encontraba ese día aquejado de fiebre, y que soñó incluso con algunos familiares muertos, entre ellos su madre Mariana y su hermano José, que le advertían del peligro que corría. Que fue por eso que decidió afeitarse la barba para ser menos reconocible.
Agregó que su hermano José Marcelino, de apenas 47 años, y que había muerto cinco meses antes, se lo había pronosticado en vida:
"Caerás en una emboscada de los nuestros; de allá no regresarás vivo, pero si me dejas el machete, me llego hasta tu cadáver y vengo tu muerte… »
José Miró Argenter, que tenía una "mente privilegiada" y muy criticada por el coronel Manuel Sanguily, sobre todo si se trataba de hazañas de su finado jefe, dio por cierta la versión del soldado Victorino en el periódico “La noche”. Al comenzar el año 1897, todo "pintaba muy bien" para España que contaba con 190 mil soldados y 70 mil voluntarios en la isla, frente a una maltrecha fuerza de apenas 7 mil mambises a lo sumo. No obstante, al siguiente año el ejercito rebelde consiguió nutrirse de miles de hombres que, al ver la causa perdida con la intervención norteamericana en la guerra, decidieron unirse al "caballo ganador", el ejercito libertador.
Al respecto Weyler lo recordaba en una entrevista ya retirado:
"Tuve a los rebeldes cubanos a dos dedos de pedir la paz… pero murió el presidente Cánovas, me relevaron, no se opuso nadie a las maniobras de Estados Unidos… y ocurrió lo que tenía que ocurrir”.
Y aunque haya falta de documentación sobre los integrantes de esa columna, al ser confirmada esta historia por la prensa española exonera al señor Ángel Castro Argiz de esa responsabilidad, al menos de forma directa. Agregar además, que a menos de que se tratara de una acción heroica, los nombres de los soldados no solían salir publicados en las noticias.
En este caso la fuente del señor Sterling, siendo un miembro de la Academia de historia de Cuba, suponemos que muy bien documentada estaría. Recordemos que fue uno de los que presidió la asamblea constituyente de 1939, y también se desempeñó como ministro de educación y trabajo. Además, se postuló como candidato a las elecciones del 1958, que fueron ganadas - por decirlo de alguna manera - por el abogado Andrés Rivero Agüero.
Lo cierto fue que a partir de esta acción al comandante Cirujeda, que hasta entonces le llamaban "El centinela de la Habana", empezaron a llamarle "El héroe de San Pedro", más que nada porque en España se ilusionaron mucho con la muerte de Maceo. Y no tanto porque muriera, si no porque sabían que se trataba de un hombre clave en la insurrección, y que una vez muerto la guerra se acabaría y sus familiares podrían regresar de una vez a España.
Solo añadir que tuvo suerte la Argentina, porque un hermano del viejo Ángel, de nombre Gonzalo, en vez de emigrar a Cuba se decantó por el país del tango. Fíjese usted que hubiera pasado de haberse invertido los papeles, en Argentina no sabemos, pero al menos en Cuba no hubiéramos sufrido lo que se esta padeciendo todavía.
Jorge García
Maldita Hemeroteca
Fuente: Miró Argenter, J. (1945). Crónicas de la Guerra. Lex.
"Mi mando en Cuba", Weyler Valeriano. Gener Guillermo: "El hombre que mató a Maceo" 1948. Prensa Española de la época.
Nota al margen: ¿Sabe usted cuantos centrales azucareros molían en Cuba cuando cayó Maceo, 361, en cambio la zafra del 2023-2024 comenzó con apenas 11.
Maldita Hemeroteca.