¿Sabía usted que en la Cuba republicana la máxima pena por terrorismo en el código penal, dígase por cometer atentados, colocación de bombas o ocupación de materiales para cometerlos, llevaba una pena máxima de seis años de privación de libertad?. Y esto que le digo son sentencias dictadas por un "tribunal de urgencias", que como su nombre indica tuvo que ser creado para poder combatirlo.
Vayamos por parte...
Gerardo Machado fue, en realidad, la última esperanza de aquella generación que había protagonizado la guerra de independencia, y que había evolucionado hacia la republicana. Machado creó una gran inversión en infraestructuras, donde miles de trabajadores, muchos de ellos inmigrantes españoles y de otros lugares de este mundo, encontraron empleo en aquella prospera nación.
Durante los dos primeros años de su mandato se cumplieron muchas de aquellas esperanzas, el gobierno era honrado y se promulgaron muchas leyes para proteger los productos del país, diversificar la agricultura y regular la industria azucarera. Al mismo tiempo se iniciaron las famosas construcciones de todo tipo que dieron, - como ya se dijo - ocupación a mucha gente que, a su vez, movieron la economía cubana en todos los órdenes y niveles. Eso no lo puede negar NADIE
Bohemia. |
Y no porque aquella gente amara la democracia ni nada por el estilo, si no porque eran tan, o más, ambiciosos que él y no estaban dispuestos a renunciar a las mieles del poder. Se empecinó entonces en aplicar mano dura contra ellos, incluso más de lo debido, y adoptó métodos que le llevaron a cometer no pocos asesinatos incluso hasta por venganza.
En cambio, ¿podría decirse que aquellos que le combatían, eran menos asesinos?. No, en realidad eran mucho peores a nuestro modo de ver. Veamos...
Un artículo del periódico "New York Herald", fechado el 9 de mayo 1934, daba cuenta del atentado que había sufrido el director del periódico "Diario de la Marina", el señor José Rivero, cuando varios sicarios le dispararon resultando gravemente herido. Al día siguiente, hicieron explosión cinco bombas en diferentes puntos de la ciudad de la Habana.
Por esos días un desconocido hirió de un tiro a un soldado que prestaba servicio de guardia en la puerta de la residencia del embajador norteamericano, cuando éste se disponía a salir del domicilio. Parejamente a esto, "La Prensa de Tenerife", en su edición del 17 de octubre de 1934, publicaba que otros cuatro individuos armados de fusiles ametralladoras detuvieron el coche del primer secretario de esa embajada con la intención de asesinarle.
Afortunadamente el auto iba vacío, pero según confesó el chófer los atacantes le encargaron que le dijera a su jefe que le daban un plazo de una semana para salir de Cuba. Este rotativo agregaba, y con mucha razón además, que desde el regreso del ex presidente Grau San Martín a Cuba, los incidentes violentos y las manifestaciones contra las instituciones oficiales del estado se habían reverberado, con el fin de que el gobierno de Carlos Mendieta dimitiera y que Grau ocupara el poder nuevamente.
Uno de esos actos terroristas ocurrió el 7 de junio, cuando desde un automóvil se hizo una descarga cerrada de ametralladora contra el coche del entonces cónsul español en La Habana, resultando herido solamente el chofer y único ocupante del vehículo. Ese mismo grupo ametralló después varias instancias del Palacio Presidencial.
Victimas del atentado de la Bahía de Nipe |
En la riposta, uno de ellos resultó herido, practicándose más tarde numerosas detenciones en los domicilios de conocidos elementos de la izquierda. No obstante, el día 16 fue atacado el propio presidente Carlos Mendieta Montefur en las inmediaciones de la base naval de Triscornia, en la Habana, resultando herido levemente por la detonación de una bomba. No corrieron la misma suerte tres de los asistentes al acto, que murieron como consecuencia de este atentado.
Incluso el propio alcalde de la Habana, el señor Cosme de la Torriente, sufrió una especie de desmayo producto de la fortísima onda expansiva. Debido a esto, el gobierno se vio obligado a dictar una nueva ley anti terrorismo que entró en vigor inmediatamente. A través de varios de los detenidos, se pudo saber que existía también un complot para asesinar al entonces coronel Fulgencio Batista. Pero observe esta otra noticia, que fuera publicada por el periódico "The Times" ese mismo año, y que llama mucho la atención:
"Cuba, asolada por el terror, encontró la semana pasada a su terrorista más pequeño, el niño Rafael Tocoronte, de solo 13 años, cuando fue sorprendido lanzando una bomba en el centro de la Habana. Luego se supo que este chico había estado colocando bombas durante bastante tiempo.Incluso, llegó a confesar haber sido el autor de una veintena de ellas recién lanzadas.El juez de uno de uno de los "juzgados de urgencia" del presidente Carlos Mendieta, instituido para luchar contra el terror, condenó a Rafael a seis años de prisión el centro penitenciario de menores.(Times/Octubre 29 de 1934).
Mendieta, ex coronel del ejercito libertador cubano, había sido nombrado en el cargo en Enero de ese año por el partido liberal. En cambio, a pesar de haber sufrido prisión por oponerse a la dictadura de Machado, y de ser deportado en 1931 por sus actividades políticas, no fue ajeno al terror que se vivía en Cuba en esos años y donde los "abecedarios" del ABC, facción terrorista aupada por el presidente Ramón Grau San Martín, llevaban la voz cantante.
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Terrorismo. Prensa Cubana |
Mendieta, que por cierto bajo su mandato se firmó la derogación de la Enmienda Platt, fue designado presidente provisional gracias a que Fulgencio Batista obligó la dimisión de Grau San Martín, de ahí que sus elementos siguieran implantando el terror en la Habana, así como en varias zonas del país y que incluso, entre sus peligrosos ejecutores se encontrara menores de edad.
Pese a todo esto, en la mayoría de los casos los terroristas, si es que eran atrapados, salían de las estaciones de policía tan pronto entraban al presentárseles el recurso de Habeas Corpus por parte de los abogados; y en caso de efectuarse los juicios, estaba presente la prensa, entre ellas la revista Bohemia como la primera. Algunos salían absueltos y para los culpables la pena de cárcel máxima era de 6 años.
Para el año 1957 estos movimientos terroristas, dígase directorio estudiantil y 26 de julio, decidieron cambiar de estrategia en su lucha contra Batista, intensificando sus ataques contra la industria, sobre todo la azucarera y edificios comerciales. Entre el año 1957 y los primeros 6 meses del 1958, estos atentados causaron pérdidas por más de veinte millones de dólares.
Uno de los más sanguinarios atentados se produjo con la caída de un avión secuestrado en las aguas de la Bahía de Nipe, en la zona oriental de la isla, ocurrido el uno de noviembre de 1958, y que ocasionó la muerte de catorce personas, de ellos cuatro menores de edad. Al final uno de aquellos terroristas fue capaz de soportar el comunismo. Un tal Edmundo Ponce de León murió en 2016 en la ciudad de Miami, donde había residido sin que nadie le pidiera cuentas. No solo eso, se sabía que estuvo alzado en la Sierra Maestra y de donde bajó con los grados de teniente.
¿Y el resto de los otros cuatro secuestradores que quedaron en Cuba?, bien gracias. ¿Publicó la prensa Cubana de entonces algún reportaje, entrevista o tan siquiera una fotografía de aquel abominable hecho?. Ni una. Solo se conoce una lapidaria frase de Raúl Castro: "Fue una heroica estupidez", ya está. A la pregunta de: ¿Cómo fue posible que pasaran aquellas armas por el aeropuerto de Miami? o, ¿Es que que acaso los EEUU apoyaban a la revolución Cubana y por eso le negaron el asilo a Batista?. Silencio absoluto.
Volvamos al principio. Si por clamar libertad, tirar cuatro piedras y voltear un vehículo de la policía a lo sumo, se dictaron en cuba sentencias de hasta quince años de prisión, pues imagínese - si es que puede - lo que harían si agarran a alguien haciendo lo mismo que hacían ellos. Es más, el régimen castrista ya superó ampliamente los tres años que demoró Batista en amnistiar a todos los responsables por las de decenas de muertes durante el asalto al cuartel Moncada.