El peligroso carisma.


El reverendo Martin Luther King fue un hombre de un inmenso carisma. Lo demostró con su credibilidad y su capacidad para aglutinar, bajo una misma idea, a personas de diferentes perfiles ideológicos. Y es que los líderes carismáticos son así, por lo general son excelentes oradores, que creen y tienden a expresar sus ideas efusivamente.

Sin embargo hay algo que a los carismáticos los hace diferente, y es el respeto que profesan por los preceptos sagrados que rigen la vida de esos que le están siguiendo, y que en política puede resultar algo tan clave como fatal a la vez. La historia esta llena de ellos, esos que dotados de un inmenso carisma precisamente, han sido funestos en sus gobiernos. Adolf Hitler, Fidel Castro, Iosif Stalin, Juan Domingo Perón, Muamar el Gadafi o Sadam Husein, serían buenos ejemplos que dejaron detrás una estela de dolor, miseria y desolación. 

Utilizaron su carisma para decirle a la gente lo que quería escuchar; y se supone que los Cubanos deberíamos conocer muy bien esto, lo sumamente peligroso que puede resultar. Y en nuestro caso lo hemos criticado todo, hemos enjuiciado negativamente la primera ocupación norteamericana en Cuba que no solo nos dio la paz, también la libertad. No hemos tenido el valor de reconocer las cosas buenas que significó para Cuba, digamos la modernización tecnológica y científica, los beneficios que trajo para la salud pública e incluso los avances educacionales y de renovación pedagógica, en un país que estaba hecho mierda.

Por suerte un tipo como el historiador Calixto Masó, nos cuenta en "Historia de Cuba", que entre 1898 y 1902 los centros escolares en la isla pasaron de 300 a 3.313, mientras que la matrícula escolar subió de 85.009 a 163.348 y el número de maestros se incrementó de 2.665 a 3.579 en ese mismo tramo. Para la educación superior se crearon las escuelas de Pedagogía, de Veterinaria, Cirugía Dental, Arquitectura, Agronomía y Eléctricas, así como las escuelas de Artes y Oficios. 

Ignorarlo todo esto no dice mucho de nosotros, al menos en la manera de entender y contar lo sucedido. Masó afirma: «la labor administrativa de los gobernadores militares John R Brooke y Leonardo Wood fue notable y en ocasiones hasta ejemplar, para el futuro desenvolvimiento y desarrollo de Cuba». Y sí, es cierto que desde que fue impuesta la enmienda Platt en 1901, y hasta que quedó derogada en mayo de 1934, el ejército norteamericano invadió la isla en tres ocasiones.

Sin embargo aquí tampoco hemos sido lo suficientemente honestos como para reconocer que lo hicieron, de admitir que lo hicieron porque pisoteamos una constitución que estaba hecha a su imagen y semejanza. ¿Proteger sus intereses?, por supuesto, ¿y que?. Sea honesto con usted mismo y respóndase a la misma vez ....

¿Realmente cree que los norteamericanos estuvieron interesados en intervenir en Cuba, pudiendo haberse quedado el tiempo que les diera la gana?. ¡No lo hicieron ni cuando la crisis de 1933!. El presidente Gerardo Machado renunció, se marchó, y no fue necesario invadir la isla. ¿Cuándo fue necesaria la tutela?

- Rebelión armada en Pinar del Río que provocó la renuncia de de un obstinado Estrada Palma en 1906, asume William H. Taft primero y designan a Charles E. Magoon gobernador, hasta que en 1909 se efectúan nuevas elecciones y resulta electo el general independentista José Miguel Gómez. 

- En 1912 estuvieron listas para sofocar un levantamiento racial que provocó la muerte de más de 3 mil cubanos ex mambises de raza negra descontentos -tres mil asesinados como mínimo- no hizo falta. De eso se encargó el mismo ejercito constitucional cubano. 

- En 1917 por nuevos disturbios contra el también presidente Mario García Menocal. Se produce la presencia del embajador Enoch Crowder; y con arreglo a la nueva ley se efectuaron elecciones el uno de noviembre de 1920, resultando electos el licenciado Alfredo Zayas y el general Francisco Carrillo y Morales, mambí de las tres guerras, 1868, 1879 y 1895.

Jamás, mientras duró la republica, se repitió amenaza de intervención en Cuba. Hoy, en cambio, añoramos aquellos mandatarios que tanto criticamos, con sus defectos, no importa, caciques, paladines, caudillos o absolutistas o como quiera usted llamarle. Incluso añoramos las intervenciones y hasta meditamos si hubiera sido mejor seguir con Fulgencio Batista. Pero eso ya es agua pasada, lo importante es entender que ser gracioso, e incluso meritorio, no siempre resulta beneficioso por muy fascinante y atractivo que parezca. 

También es cierto que el pueblo Cubano se ha dejado encantar por el verbo fácil de sus dirigentes, y eso lo ha pagado con creces y le ha hecho dejar de creer en las instituciones. Aún así, ni agrupando 59 años de caciquismo, bandolerismo, corrupción e impunidad, superaría esta etapa nefasta de ahora. Ninguno de aquellos gobiernos - con su más y sus menos por que santos no fueron - se atrevió a reprimir la menor señal de disenso de todo un pueblo. 

Ojalá "aprovechemos" la lección supuestamente aprendida, y acabemos de entender que el carisma puede resultar muy peligroso. Sobre todo cuando lo vemos en aquellos que se auto titulan salvadores y padres de la patria. Tan peligroso fue en su momento Carlos Manuel de Céspedes, como lo ha sido Fidel Castro en todo este tiempo.

Maldita Hemeroteca

Fuente: "Historia de Cuba". 1975. Calixto C. Maso
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